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domingo, 8 de marzo de 2009

La Macarena de luto

No sólo por quienes vivieron con su nombre en los labios y la Ley de su hijo en el corazón; y por ello murieron sufriendo y temiendo, como todos los mortales y como el propio Jesús Nazareno, pero también, como él, esperando. No sólo por ellos, decía, sino también por cuantos le pidieron gracias que no les fueron concedidas, por cuantos salieron de su Basílica llorando lágrimas que nadie enjugó, por cuantos al ver caer la noche desde la ventana de un hospital sintieron que Dios les había abandonado, por esos padres que le pdieron clemencia para la hija que llevaba su propio nombre y su mismo apellido, Esperanza Macarena, sin que su sentencia le fuera conmutada.
Por cuantos pidieron sin obtener nada, aguardaron sin que nadie llegara, esperaron sin que nada sucediera, tuvieron vida con quien compartirla amor pero nadie a quien dárselo, recuerdos pero nadie a quien contárselos, existiendo como si no existieran y muriendo como si no hubieran vivido. Por cuantos murieron su propia buena o mala muerte y por cuantos murieron con la muerte de quien para ellos era más que su vida.
Por todos ellos; por quienes esperaron y también por quienes desesperaron; por quienes fueron a verla para creer contra toda tentación, esperar contra toda desesperanza y amar contra todo desamor y también por queienes cayeron en la tentación, desesperaron y rechazaron el misterio de amor que en ella se transparenta y hace visible; por cuantos no llorarán más viéndola, no le besarán más la mano cada 18 de diciembre, no la esperarán ninguna mañana más de Viernes Santo entre la bulla y también por quienes nunca recibieron la gracia de descubrirla.
Por todos ellos hoy y por todos nosotros mañana -porque también se pueden decir en macareno las palabras de John Donne: "Nunca te preguntes por quién se viste de luto la Esperanza: se viste por ti"-, la Macarena, la imagen siempre moderna y contemporánea de todas las edades, la imagen que rspira, la imagen que ecucha, la imagen que habla, la imagen que acaricia, la imagen que mira, la imagen que comprende, ha renunciado a la malla de oro, a los ángeles bordados en sedas de colores y al tisú para vestirse de luto por sus hijos muertos. Toda Feria es desde hoy calle ancha de gloria, amargura y esperanza. Están puestas en la puertas de San Juan de la Palma, de Montesión, de Omnium Sanctorum y de San Gil las convocatoria blancas, rojas y azules de la Reina de Todos los Santos. Toda la gloria del cielo está a sus plantas y toda la pena del mundo en las manos de la enlutada Esperanza. Hoy entra noviembre por el Arco de la Macarena.
Este fragmento que he puesto fue publicado por el periódico el Diario de Sevilla, el 1 de noviembre de 2008. Con motivo de que la Virgen de la Esperanza Macarena va vestida de luto durante todo el mes, este fragmento va dirigido a todos aquellos que llevan siempre a la Esperanza en el corazón, porque siempre está para cuando la necesitemos.

Sevilla

Cada Domingo de Pasión, Sevilla busca unos labios que le canten el gran pregón de sus amores, lo que nadie sino Ella es capaz de hacer brotar en el corazón de cada sevillano. Y el pregonero, consciente de la infinita generosidad que la ciudad le ha dispensado, quisiera reclamar esta mañana el poder sagrado de su nombre y acercarlo al llanto de su vida a ras de tierra.
Quisiera arrancar tu nombre, Sevilla, del azahar y el lamento, de las palabras del aire, del sentimiento y del verso, de la tierra que pisamos, de la luz de nuestro cielo, de la emoción de tus hijos y el azul del firmamento.
Que tu nombre, marcado por la decisión de Dios en nuestra propia naturaleza, vuelva a sonar esta mañana, como un canto de amor y de esperanza en el hogar de todos los sevillanos. Te canto a ti, Sevilla, la más hermosa, bendecida por Dios y envidiada por los hombres, pero también a ti, la que soportas en tu cuerpo lastimado la injusticia de tu propia enfermedad. Te canto a ti, Sevilla de la emoción y el Salmo, de las madrugadas eternas y el agosto jubiloso, Sevilla de la multitud; pero también a ti, la de la soledad y la intransigencia y del olvido.
Te canto a ti, Sevilla de la plata, la cera y los bordados, Sevilla triunfal de la mañana del Corpus que pasas con la frente alta delante mismo del altar de Dios; pero también a ti, Sevilla de la miseria, de la marginación y la impotencia, Sevilla inmóvil y muda en la cárcel de los silencios de Dios y de los hombres. Te canto a ti, Sevilla, señora de occidente, alcázar defendido por arqueros imperiales, morada de la luz, del arte y de la gracia; pero también a ti, Sevilla la habitada de bruma y de silencios, allí donde no llegan las saetas de luz de tu Giralda.
Porque se acerca el tiempo en el que Dios mismo vendrá hasta ti para hacerse carne de tu carne. Sacramento en tu naturaleza viva, y lo verás llegar entre olivos y palmas montando una Borriquita, para anunciarte, Sevilla, la llena de gracia, que en la sombra de una estrecha callejuela, en los cipreses del convento más pequeño, en el rayo de luna de tus plazas, en el hilo de la voz de tus seises, en el corazón de todas tus hermandades, gracias al amor de Dios y por la Pasión, Muerte y Resurrección de su Hijo, la ciudad volverá a ser excepcional testigo del Evangelio vivo que el sevillano llevará, una primavera más, sobre sus hombros, proclamando así a la tierra entera la Buena Noticia de nuestra propia salvación.
Cántale, Sevilla, a tu Señor,alfarero, artesano inigualableque en la noche más oscura de los tiemposte soñaba ciñéndote en el airebandoleras de azul por los tejadosy sonrisa del agua entre tus sauces.
Dale gracias a Dios que te ha queridosu azucena, su fiesta, su paisaje,que le dio su mirada transparenteal perfil soleado de tus tardes,que se hizo blancura en tus gladiolosque se hizo alimento en tus trigalescon que saciar de amor las madrugadascomulgando por Él por nuestras calles.
Alaba alma mía la amanecidadel rocío sediento de azahares,el temblor de tus aguas silenciosascuando pasa Jesús sobre sus cauces,el tañido violeta del convento,puro aroma de incienso y humildades,donde cantan de amores los jilgueros,las bienaventuranzas de la tarde. Dale gracias a Dios ,que te ha entregadola celeste altitud de sus nidalesy se hizo jardín de su hermosura,y adornó tu horizonte con celajes,y llenó con el agua de su pechotus sedientos y secos manantiales. Y después de haberte dado todo,aún te dio su corazón para salvarte,porque al verte llorar de Madrugada,no teniendo ya nada que entregarte,Dios se hizo nazareno de Sevillay te dio la Esperanza de su Madre.
Estos párrafos tan hermosos y tan bonitos que he puesto aquí pertenecen al pregón de la Semana Santa de Sevilla de 1991 donde su autor fue José María Rubio. Donde le dedica estas palabras tan emocionantes y entrañables a nuestra querida y hermosa ciudad que es Sevilla, porque sólo hay una y que bella que es.

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