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jueves, 29 de enero de 2009

Las Manos del Gran Poder

Sevilla estrena hoy el aire, la luz, el sol, la mañana, el viento, el fuego de cera, capirotes y sandalias, y cinturones de esparto, y colores las muchachas, que si Sevilla no estrena, no tiene manos su alma.
Por fin ha llegado el día que todo el año esperabas. Están las sillas dispuestas de Sierpes a la Campana. Están sonando en la torre, esa que llaman Giralda, los repiques que ya anuncian la procesión de las palmas, y han colgado de damasco viejos palcos en la plaza. Para el paso de la Cena trajo Alcalá ya su hogaza. Zaqueo está en su palmera y los niños en la rampa del Salvador corretean como tú correteabas; estrenan zapatos nuevos y estrenan Semana Santa. Ramas de olivo en las misas, las de Minerva y de Itálica, están repartiendo ahora en La Estrella de Triana, y las reparte San Roque, que es Esperanza con Gracia, y las dan en la Amargura, pues San Juan es de la Palma. Sevilla llena de olivos, Sevilla llena de palmas, triunfa en Jerusalén la que de Roma triufara. Por la calle ya se oyen los pregones: "Er pograma..." Hay gente que va y que viene, madres que túnicas planchan, torrijas de dulcería, son más buenas las de casa; gente que va a ver la Hiniesta por la calle Enladrillada, padres que en El Salvador una borrica señalan, gente que viene de ver a la Paz, con esas ansias que tenemos de que esté la primera en la Campana. Por la plaza la Gavidia, por donde Daoiz avanza el zapatón que hoy estrena, en bronce, como Dios manda, vienen señores que traen una cinta en la solapa. De memoria me la sé, pues mi padre la llevaba cada Domingo de Ramos: en la memoria es morada. Vas por calle Capuchinas, en las radios suenan marchas que salen por los balcones, saetas anticipadas. Y llegas a San Lorenzo y hay una cola muy larga, que la mira un cardenal desde un retablo, y aguardas. Y esperas mientras escuchas los sonidos que proclaman nuestra mejor primavera: pájaros, niños, campanas, el reloj que da las doce, leyenda de emparedadas. Y te fijas en la gente que va saliendo; sus caras son tan serias que te dicen que allí dentro es que algo pasa, al Señor en besamanos lo han visto de cara. Sigue la cola avanzando bajo naranjos, que plata serán el jueves de noche, en cuanto la luna salga. Y ya lo ves a lo lejos, Señor de manos atadas, túnica de terciopelo, camisa blanca y planchada, camisa que es de torero, porque puede y porque manda. Los que estaban esperando ahora la puerta traspasan, y buscan ese rincón para ver qué es lo que pasa. La gente besa sus manos, de oro un cordón las amarra, manos que mueven el mundo, manos que templan y paran el dolor, los grandes males, apuros y malas rachas, las mentiras que se quedan y las verdades que pasan. Te fijas que las mujeres al Señor van y le hablan. Él está allí, tan humano, que hasta parece escucharlas, que está de pie aquí en Sevilla, sus dos pies ¡qué bien los planta! Y una madre le decía, aún escuchas sus palabras: "Muchos años, Hijo mío, tus manos quiero besarlas." Que venga la Teología y rompa aquí la baraja, que las madres llaman Hijo al Padre del sol y el agua; todas le cogen las manos como a un hijo que se marcha a unos trabajos muy grandes o a unas tierras muy lejanas. Viendo al Señor se diría que este Señor tiene alma, del modo con que lo miran esas madres sevillanas; del modo con que un hermano, silencio hasta en la mirada, le va limpiando esas manos con una telita blanca. Son manos que han trabajado, son manos dignificadas por el dolor de la vida, manos de muelle o de fragua, de tejar, manos del campo, de San Julián o Triana, manos que tanto Poder tienen por la madrugada que pasan por el Postigo y el amanecer levantan. Y es que Dios, por primavera, cada año viene a esta plaza para enseñarle sus manos a aquel que quiera besarlas y ver que Dios tiene manos, tiene unas manos humanas... Y es porque Sevilla estrena, para Él, Semana Santa. Estos párrafos fueron escritos por el gran Antonio Burgos, pregonero de la Semana Santa de 2008, donde nos habla de las manos del Gran Poder que han sufrido tanto y que ahora vamos nosotros a besarle a su manos, hablando del ambiente previo en que vive Sevilla ante su semana grande del año y de los sevillanos. Porque Dios está en San Lorenzo y es el Señor de Sevilla. Este texto se encuentra en el libro de Antonio Burgos llamado "Sevilla en cien recuerdos".

El paso de la Macarena, ese descubrimiento

Magnígico, con los cuatro zancos bien plantados, se muestra a todo elque quiera verlo el paso de la Macarena en la Casa Grande, justo donde se exponen las reproducciones de las puertas que perdimo.Las reproducciones de las derribadas puertas de la muralla que guardaba Sevilla son mudos testigos de una obra de arte impresionante y que pasa desapercibida cuando en la Madrugada se pase por la ciudad. ¿Pasa desapercibida, dice usted? Claro, como me decía Rogelio, el tabernero mayor de Plaza Nueva y aledaños, sólo así puede uno solazarse con la obra que diseñó Juan Manuel Rodríguez Ojeda, escudriñarla y descubrir los innumerables detalles que la amueblan y enriquecen. ¿Que por qué así es como puede verse el paso de la Macarena? Pues, amigo, porque no está la Macarena, ¿o es que puede uno reparar en algo que no sea la Macarena estando allí la Macarena? Este texto fue publicado el día 17 de Septiembre de 2008 en el Diario de Sevilla, debido a que el paso de Palio de la Esperanza Macarena fue trasladado al Ayuntamiento de Sevilla debido a las obras del Museo de la Hermandad de la Macarena.

Nos queda vuestro ejemplo...

Pasaron ya los días gloriosos –TRANSIT GLORIA MUNDI- en los que por vuestras responsabilidades como Hermanos Mayores acaparabais la atención y la cercanía de la mayoría de los hermanos, sabedores de que tan alto prestigio, como encabezar una Junta de Gobierno, sólo es dado a un reducido grupo de trinitarios, que además deben ser los primeros en servir y atender a los demás, muestra de amor a la Hermandad y el máximo honor de representarla dentro y fuera de la misma. Transcurrieron los protocolos inherentes al cargo, para ti, Juan, ya hace muchos años aunque aún te recuerden los más veteranos; Pepe, en tu caso no has podido siquiera culminar esta etapa que asumiste con tanta ilusión y desvelo. Para ambos se ha cerrado el trascendental capítulo de vuestras vidas terrenas, los avatares lejanos o cercanos de la programación y desarrollo diario de la vida de la Hermandad, no siempre comprendida ni compartida, pues nuestra condición humana nos hace volubles a situaciones y circunstancias a las que solemos dar más importancia de la debida; olvidamos con frecuencia que ante todo está el AMOR a nuestros hermanos.
Ahora ya habéis entrado – estamos plenamente seguros – en la Gloria que tanto hemos oído predicar, en el estado eterno de contemplación constate de la divinidad del Padre, del Hijo Jesucristo y del Espíritu, que han conformado nuestra fe desde nuestra formación catequética y, sobre, todo, desde nuestro bautizo de hermandad, como trinitarios. No es necesario que sigáis creyendo en la Esperanza, porque la tenéis con vosotros, tal vez no muy distinta a como la solíais contemplar cada día en nuestra capilla, por ello os resultará totalmente familiar.
De vosotros, Pepe y Juan, nos va a quedar por siempre el afecto, la amistad y los días de vida comunitaria, el recuerdo familiar y la proximidad de unos hermanos que han sabido llenar de contenido este término tan vacío muchas veces. Pervivirá vuestro ejemplo de hermanos trinitarios, de cristianos verdaderamente comprometidos con la fe que proclamabais y renovabais en el juramento anual. Atesoraremos con nosotros, hasta el día de nuestro reencuentro, la relación fraterna que nos ha unido y nos hizo tener unos sentimiento fraternos y que perdurarán por siempre. Y seréis, ante todo, un verdadero ejemplo para cualquiera que desee ser hermano trinitario y llenar su vida del gozo y la Esperanza que está libre y responsable decisión conlleva.Gracias por vuestra entrega y por el amor que mostrasteis hacia la Hermandad.
Estas palabras fueron escritas por Juan José Morillas Rodríguez fueron dedicadas a Juan González Fernández que fue antiguo Hermano Mayor de la Hermandad de la Trinidad y también a nuestro Hermano Mayor más reciente de la Hermandad de la Trinidad, José Gómez Luque que falleció también recientemente. Van dedicadas estas palabras por el trabajo que han hecho, para hacer lo que es nuestra Hermandad hoy día. Muchas Gracias.

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