Son las siete de la mañana en un pequeño cuarto al norte de Dublín. El día ha amanecido frío y lluvioso, típico de ese invierno que ya empieza a durar demasiado. Entre las cortinas se adentran unos tímidos rayos de luz que anuncian la aurora; son pocos, pero los suficientes como para quebrar la oscuridad en que permanece la estancia, e iluminar una pequeña mesa sobre la que se apoya una vieja fotografía de la Virgen de la Amargura. Desde su cama Carlos la mira fijamente, mientras recuerda que esa vieja estampa que un día le regaló su abuelo, fue lo primero que metió en su maleta el día que tuvo que marcharse hace ya dos años a estudiar fuera de su tierra.
Se deja ir uno segundo por la pereza, pero enseguida se levanta nervioso. Sabe que hoy no es un día cualquiera de la semana, pues ya esa hora tendrá colgado en Internet, es nueva radio virtual, el programa que anoche se escuchó en Sevilla, aquél que durante una hora le acercará la actualidad de su Semana Santa, le devolverá imágenes y sonidos que creyño olvidados y le abrirá una ventana a su tierra. Presuroso maneja el portátil, y antes de que salga el primer café de la mañana ya está ahí...
De repente se topa con una melodía, esa marcha Macarena de Abel Moreno. En ese instantes se queda estático, inmóvil y con el café en una mano, al unísono con una voz repite "El Llamador", mientras con la otra golpea la mesa reproduciendo la cabecera del programa. Su mirada perdida nos delata que él ya no está allí, con el frío y la lluvia, ha vuelto con su imaginación a su tierra. Son las siete de la mañana de un lunes, y, como cada semana, la magia de la radio y la mente han obrado el milagro; sólo con una simple melodía, con una sola cabecera, se ha conseguido unir con un lazo de emociones y sentimientos Sevilla con Dublín.
Estas palabras que he puestos fueron pronunciadas por Juan Moya Gómez el 28 de enero de 2008 en la ceremonia de entrega de El Llamador Memorial Luis Baquero al Cardenal Amigo Vallejo, que tanto ha hecho por nuestro ciudad y al que siempre lo llevaremos en nuestro corazón.
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